sábado, 16 de enero de 2016

El hermano de Zenobia y los poetas

   Entre los regalos que me trajo E de su última visita a la Biblioteca Nacional se encuentra un primoroso ejemplar en dos volúmenes de los diarios concordados de Zenobia y Juan Ramón durante su primer año de matrimonio. He disfrutado una enormidad con el prólogo (avanzo lenta y deliciosamente) que firma Emilia Cortés Ibáñez, creo que la mayor especialista en Zenobia. En él se detallan el noviazgo de la pareja y, sobre todo, las reacciones de las dos familias entresacadas de la correspondencia de sus miembros. Destacan en estas páginas las de Isabel Aymar, la madre de Zenobia, activa opositora a la relación, que se despacha bien. Sus observaciones, muy de la época, me han hecho sonreír porque parecen sacadas de un folletín decimonónico; ya me imagino yo la pose erguida y displicente de la dama mirando -por el rabillo del ojo y sin girar ni un grado la cabeza ni bajar la barbilla- al muchacho de pueblo, arruinado y sin carrera, que era Jiménez (como ella lo llamaba). El padre tampoco es que fuera partidario de tal yerno, pero parece que sí fue algo más discreto en sus manifestaciones. 
   Ya sabíamos de las objeciones de la familia de Zenobia a Juan Ramón, pero yo no las había podido ver nunca tan literales. Me ha divertido mucho. Entre ellas está la carta que Jo, hermano de Zenobia le escribe a ésta el 4 de octubre de 1915, haciendo malabares con las palabras: "Yo siempre he tenido recelo de la gente de arte y literatura en cuanto a la solidez de su psicología y de su carácter".  
   ... Y ya me he echado a reír diciéndome: "ahí sí, ahí sí lo has clavado"; y he corrido a escribir esta entrada.






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