domingo, 3 de mayo de 2015

"Azolaores"

  E. está de obras en la casa. Durante las dos tardes que él debía impartir sus clases en la Facultad he estado allí, de guardia, abriéndoles la puerta a los que tenían que trabajar y dejando la casa cerrada cuando terminaban; cuidaba también de que los cartones que tenían que proteger el suelo protegieran realmente el suelo y de que el polvo no se extendiera más allá de lo razonable. Lo malo es que en ese escaso periodo de tiempo, aún no sé bien cómo, me las he arreglado para dejar a E. sin impresora, desincronizarle los canales de la tele y estropear definitivamente el calefactor, que aún se agradecía los primeros días de la semana pasada. Todo en dos tardes.  Pero la experiencia ha tenido su parte buena y ésta ha sido la alegría de ganar un vocabulario bellísimo: he conocido brevemente a José Manuel, nuestro Jefe de Obras, y con él a toda su cohorte de, no ya albañiles, electricistas, carpinteros y especialistas en cubiertas, sino también de perliteros y -el oficio cuyo nombre más me ha gustado- soladores. Sobre todo me gustó la palabra dicha por él: "azolaores", que me pareció decir el oficio de quienes atraen aves extrañas, o el de cantaores de un palo del flamenco; o, aún mejor,el de los encargados de extender sábanas al viento para hacer olas sólidas e inquietas. 

                            Kaspar Melberger el viejo


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