El coche, en el taller; el catarro, no se acaba de marchar; en la mesa de trabajo de casa, demasiadas decenas de exámenes por corregir empiezan a parecerme auténticos conatos de columnas salomónicas; para un trabajillo de investigación se me estån pasando ya todos los plazos... Para colmo de males, me anuncian los mecánicos el precio desorbitado de la reparación y el ordenador se quedó caput justo ayer mismo (escribo desde la tablet). Con estas perspectivas no sabe una si meterse en la cama a dormir o si obviar el cansancio y salir a tomar un vino y a reírse a carcajadas de todo ... La peor solución es siempre la que acaba una tomando, a saber: ponerse a corregir exåmenes con un bocadillo y un paracetamol por cena y olvidarse por unos días de que tiene (¿tuvo?) coche y cierta documentación organizada. Ah, y dejar de maldecir en voz alta, que los vecinos ya sospechan.
Imagen: Egon Schiele
3 comentarios:
¿La peor? Yo creo que es la mejor, Inmaculada, o incluso la única: 1º el deber, y (dentro del deber) el deber con Dios y luego el deber profesional. Así que has hecho lo mejor, y no tener ni coche ni ordenata te ayuda a ello.
Mejórate.
Gracias, Fernando. Pues mira tū quevas a tener razón. Jajajaja
Jajajaja.
(¡¡Me voy de puente hasta la semana que viene!!).
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