lunes, 25 de febrero de 2013

Lista

   Me había dicho una amiga que escribir una lista con las cosas que hay que hacer ayuda mucho a vivir sin estrés. 
 -No, pero si yo hago esas listas, sobre todo para no olvidarme de las cosas.
 -Pues entonces, sólo tienes que ir dándole prioridad a lo que has anotado e ir poco a poco haciendo cada una...
 -Ya.
   Pues eso. Me planteé que tal vez yo no hacía listas claras y ordenadas, que tal vez no sabía priorizar, que era posible que acabara garabateando tareas pero luego no las leía, que en realidad no lo apuntaba todo y por eso no servían, que...  Total: llevo una semana haciendo la dichosa listita con aplicación primorosa (bueno, primorosa, primorosa, no tanto) y no sé si es cosa de que me acaba faltando espacio y no me queda nuuuuunca un repertorio legible y ordenado, o, tal vez sea que me pongo a numerar las prioridades y por la tarde cambio toda la numeración, o que cuando tengo un rato para actuar no sé dónde narices he puesto el papel de las idem (bueno, earumdem jeje). El caso es que desde  hace una semana estoy más de los nervios que nunca. Por cada cosa que tacho escribo tres más y ahora me ha dado por iluminar en amarillo los asuntos más urgentes, pero, cuando miro esos rayones fosforito, es como si viese parpadear la luz de una emergencia, de la policía que viene a por mí, de la amenaza amarilla, amarilla chillona, amarilla ultimátum, amarilla hecatombe.

Kandinsky

No hay comentarios: